sábado, 14 de agosto de 2021

MI COMARCA (Mención especial), por Juan Quesada Hernández.

 


En el mundo hay gran variedad de agricultores y de cultivos:

Hay cultivos forzosos y cultivos libres; cultivos de amor y cultivos de ira; cultivos de paz y cultivos de guerra; y un sinfín más.

Mi comarca ha tenido la suerte estar situada en una de las zonas más fértiles de todo mi país, a mi comarca la envuelve un desierto rocoso inmensamente bonito, pero que por culpa de algunos de mis compatriotas esta cada ved más seco. Podríamos decir que mi tierra es una bendición de los Dioses; también la podríamos dividir en zonas: al este del río y al oeste del río. Al este del río Fardes se encuentran la mayoría de grupos urbanos, entre ellos Guadix: Un pueblo crecido de no más de diecisiete mil habitantes, aunque esta zona era la más poblada de mi región, nos encontramos otra zona; Benalúa: es un pequeño pueblo cercano a los cuatro mil habitantes. Aunque a todos nos beneficiaba el río, muy pocos querían compartirlo y así es como comienza nuestra historia:

Hola, soy Ramón y soy nativo de la zona oeste. Desde pequeños siempre se le ha enseñado a los niños de mi municipio las grandes hazañas que han hecho nuestros guerreros por la comarca, aunque nuca se nos ha enseñado a valorar las hazañas de la otra zona del río. Aunque toda mi familia había logrado grandes hazañas y consideraban que mi pueblo había sido el de mayor mérito yo era un bicho raro, porque aunque quería mucho a mi pueblo, consideraba que si los cuatro pueblos trabajáremos juntos conseguiríamos más cosas. Hacía ya uso cuantos de años, la comarca había sufrido un intento de invasión, los pueblos del sur habían intentado apoderarse de la zona, pero luchamos juntos y conseguimos expulsarlos. Cuando ya se pensaba que había vuelto la paz el rey Carlos III había muerto y a su trono estaban dispuestos a gobernar dos pretendientes: Carlos IV y su sobrino Fernando I. Esto solo trajo una gran división entre los condados y antes de que se formara una guerra se decidió establecer una frontera que separara a los dos territorios: El río Fardes. Durante siglos los territorios habían seguido cada uno su rumbo, desarrollando culturas tan diferentes como idénticas conservando las mismas raíces lingüísticas y  culturales. Mientras al este a la lengua se le conocía como el Sarayevo al oeste se le conocía como el Bretuy. La agricultura fue un tema principal por el que los pueblos se pusieron de acuerdo a lo largo de los siglos. La agricultura estaba surtida por los ríos y ramblas que abarcaban toda la zona, por lo que cuando ibas paseando por la zona oeste veías los grandes cultivos de melocotoneros, los cuales te llenaban de vida cada vez que respirabas su rico aroma y comías sus ricas y jugosas carnes, y aunque era en menor medida grandes huertas se expandían entre los campos de melocotones. Al este había una gran cantidad de almendros y pequeñas huertas, las cuales después de recogerse se vendían en los mercados locales. Aparte de eso, grandes alamedas también se extendió al largo de toda la comarca sin diferenciar entre estados o naciones además de grandes cañaverales. La fauna era grande, trayendo desde pequeños anfibios como ranas a grandes jabalís. Era un lugar tranquilo por el que se podía transitar libremente y la naturaleza bella y frondosa. Pero un peligro exterior estaba a punto de romper la paz de aquel lugar. Doce kilómetros al norte se estaba construyendo una presa a cargo del gran reino de Granada, el cual se había asentado en el pequeño pueblo de La Peza y cual se había prometido controlar todo el cauce del río. No tardaron mucho las obras pero con el paso de tres meses la presa estaba construida, y los cambios se empezaron a notar en toda la comarca.

El río empezaba a descender en su caudal, los juncos empezaban a secarse, los anfibios a marcharse y las especies herbívoras de la región como las ovejas pastoreadas por los pastores ya no podían pastar suavemente. Los diferentes reyes se echaban las culpas mutuamente de la situación hasta que decidieron declararse la guerra, pero en ese momento entre yo. Un día mientras subía rio arriba hasta mi cortijo decidí seguir explorando hacia arriba, y entonces lo descubrí, aquel mastodonte de cemento estaba tapando a mi rio, a nuestro rio, aquel que había sido peleado por quedárselo cada reino. Baje rápido hasta mi casa y decidí contárselo a mis padres y al rey, estos no me creyeron. La vida era dura, me castigaron pero a la tarde siguiente decidí escaparme, mi padre estuvo a punto de pillarme, pero salí corriendo a ver al rey del otro reino, este si me creyó, pero con desconfianza mando una expedición. Yo fui con ellos y al corroborarlo decidieron rápidamente ir a parar la guerra sin sentido que se había comenzado. Al llegar a mi pueblo y al verme mis padres se enfadaron, lo note en sus caras. La conversación fue dura de llevar pero al final se encontró la paz, creando un acuerdo donde se reunificaría toda nuestra comarca. Otra vez la naturaleza nos había salvado. Esa gran “especie” que siempre está ahí para protegerte y cuidarte. Esa que hace que todos o una gran mayoría intentemos mirar hacia delante para salvarnos. Con el paso del tiempo otras amenazas fueron surgiendo, amenazas llamadas como cambio climático, sequía, despoblación, contaminación del medio y etcétera. Además la sociedad vuelve a estar dividida y aun sabiendo que nuestro país puedes acabar siendo un país con más falta de agua miramos hacia otro lado, gastando nuestros recursos y contaminando nuestro medio.

El mensaje es claro, necesitamos estar unidos para frenar esto, a lo mejor todavía tenemos tiempo para ponerle freno y arreglarlo. Con solo adoptar unas pequeñas medidas está solucionado. Tú y todos decidimos. La naturaleza y a lo largo nuestro bien común o el momento

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