Miramos en el
armario, y guardamos
los secretos
que no somos capaces de decir.
Porque aún no
se entienden que un corazón
atesore miles
de formas de amor;
no se entiende que un beso sigue siendo
el motor que
mueve el universo,
aunque dos
sean iguales en una cama.
Aunque tres roben el bocado en un centímetro
de piel en un cuerpo.
Los muros de
carne existen, como existen las cadenas
oprimiendo la libertad y el deseo.
Somos colores
que dan forma a los ojos de este mundo,
sustancias vivas
que enriquecen la vida en su distintas
apariencias.
Seres que
intentan simplemente, ser como el resto,
tener el
derecho de vivir, sin bajar la mirada o
los puños;
Lo sucio es trasladar las miserias en la clandestinidad de una
esquina,
en la mitad
de una operación sin término.
Los golpes de pecho entonan el mea culpa, cuando
escondiendo quienes son,
se agarran al
sexo degenerado y a lo correcto.
La vida dejó
de ser un NODO.
La vida se
tiene que vivir sin mordazas.
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