El fuego del regreso chamuscando las sienes,
como
un arpón diabólico con silueta de rayo,
retornaba
los iconos, trocando en lacayo
el
sueño de vida, galeón roto en vaivenes.
El azulado cristal de la espuma son los
bienes
que
legar como espiga segada a fin de mayo.
«Me
hierve todo el cuerpo y entre mi cuerpo no me hallo,
mi
proa se hunde entre burbujas que son mis genes».
Errante ruta, sólo es el desierto la mar
que
ardiente abraza la nave de lahumana vida,
no
resta más condición que reptante vagar
entre las cicatrices secas de esta huera
herida.
«Me
hierve toda el alma, un cadáver que salar
en
la bodega infinita de la luz perdida».
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