viernes, 14 de septiembre de 2018

EL VALOR DE LO INÚTIL, por Marién González Rozas.



Cada vez que se veían hablaban del valor de lo inútil; es más, lo reivindicaban dando saltos con el puño en alto y emitiendo gritos de guerra, como si les fuese la vida en ello.

Cuando se conocieron, desde el primer instante, una corriente eléctrica fluyó en ambos sentidos y comprendieron que orbitaban en la misma órbita.

—¿Dónde has aparcado la nave?

—En la órbita Atún —decían al unísono.

—He comprado una regadera sin alcachofa y un tarro sin tapa, porque me pareció «bonito» —comentaba una.

La verdad es que la regadera de plástico verde era preciosa. Decidió que iría a comprar a Mercadona y la usaría a modo de bolso. ¡Qué genialidad! Risotadas y más risotadas…

Lo último que han pergeñado es ir a un hotelito de la cadena Rusticae; XUQ, se llama, por aquello de que los árabes habitaron estas tierras durante un tiempo, y así denominaban al río Júcar.

Como decía, este hotel con sus casas cueva está inmerso en la roca que excavaron siglo tras siglo las aguas.

Puede parecer inútil el trabajo de las aguas, pero ha creado belleza, y en pos de la belleza quieren alojarse en su mismo corazón.

Tienen «un pequeño» problema monetario y han pensado conectar sus mentes para que se cumpla su deseo. Dicen que la conexión tiene que ser a nivel interestelar, que es donde está la órbita Atún.

Todo el mundo les insiste en que hay alojamientos infinitamente más baratos, pero dicen que la belleza es la belleza y…que puede parecer inútil, pero no lo es.

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