Desdibujados los caminos, se
hace arrastre el olvido,
Vagos recuerdos enturbian la
memoria del río,
sabedores del reencuentro con
el mar,
persiguen a contracorriente su destino.
La mañana se duerme en el
hombro de la tarde,
retorna la luna que se hace día
en el palpitar del sol.
Es el tiempo, duna en el pecho
de la costumbre,
mera falacia en el discurrir de
la historia,
eterna urdimbre del será, del
es y del que fue.
Y mientras tanto, es tiempo en
el tiempo,
de dar cuerda al reloj que yace
en la garganta de la nostalgia.
Estoy en mí misma, espacio sin
destino,
bruma en la nada, nube en el
pecho de nadie,
no tengo miedo a la vida,
ni se fragua la muerte en mis
venas,
no existo, soy palabra en el
cristal de unos versos,
punto de luz en lo invisible,
fluye el tiempo.
Late mi alma.
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