Puede habitar un mar, rugiendo en una mirada,
aunque no sea azul, ni verde, ni gris,
un mar contenido en el filo de los párpados
que la emoción desborda en riadas de sal.
Puede inundar la luz el iris de una mirada
y transformarlo en sol de una galaxia nueva,
un sol inextinguible de coraje y pasión.
Puede hallarse la paz en los ojos que miran,
sin juzgar la mirada de los ojos que ven,
son la levadura de la contemplación y la calma,
panes generosos que amasa el corazón.
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