Lluvia,
en agosto.
Cae.
La selva de la opacidad.
Duele
el silencio de una flor.
Viene volátil a una pestaña sin ojos.
Se pierde desnuda,
abre la tierra.
¿No lo ves? Es la huella de mis pasos atravesando
zapatos en el aire.
Lluvia... racimo en flor. Agua.
Se me escapó y decidió dejar de aullar ante la luna.
Como explicar la delicadeza y la sensibilidad, en cada letra que va formando el verso lleno de amor.
ResponderEliminarSiempre un placer leerte Isabel Rezmo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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