viernes, 15 de mayo de 2015

El tiempo que he vivido (El soldado), por ALICIA MARÍA EXPÓSITO.

Pintura de Ernest Descals

El tiempo que he vivido

está lleno de esquinas,

de inútiles ausencias,

de enredaderas negras

que me impiden andar

y me confunden.

El círculo se cierra

delante de mis ojos

y no puedo moverme.

Todo se me hace miedo.

Un miedo verdadero,

 intransferible,

que se vuelve real todas las veces.

Miro hacía atrás

y pienso

que no nací llorando

sino muriendo a voces.

Ahora

¡cuánto silencio gris,

cuánto silencio!

¡Por qué no contestáis?

¡Prestadme gritos blancos

para lavar mis culpas!


¡Cuántos muertos cargados a mi espalda

que al paso de las horas

son cada vez más grandes

y me hacen heredero de lo oscuro!.

Dejándome sin luz, me aterrorizan.

Me escondo en el rincón más alejado

y me acurruco.

Ya casi no respiro

y temo

como un niño pequeño teme las pesadillas.

Y espero

la mano más amable que me aleje el fantasma,

el siniestro fantasma de los gritos ausentes.

¿Quién me puede asistir

en esta muerte,

agónica sentencia de mí mismo,

que a veces pesa tanto

que ni Dios la soporta?

¿Por qué no lo entendéis?

De toda la maraña confusa de mis días

todo el tiempo que vivo

está lleno de esquinas,

perfiles de cristales empañados

que condenan mi vida

a cadena perpetua.

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