miércoles, 14 de enero de 2015
La felicidad, por LUIS LÓPEZ-QUIÑONES RUIZ
Deguste el sabor de la felicidad absoluta
con sabor a mar, aceituna y vino tinto,
paladeé el gusto del grial de los estados
y apostoló mi boca y mi lengua fue testigo,
percibí el aroma de la paz interior,
lo enjaule en mi cerebro como recuerdo,
el olor a lavanda y a infancia feliz,
a mañana domingo y a encina ardiendo.
Escuché como llegaba por mi espalda,
soniquete a ruedin y a primeros pasos,
a sinfonÍa perfecta ,a silencio absoluto
y a despertar contigo envejeciendo,
vieron mis ojos los corazones plenos,
sentÍ lo que el alma que ya no busca,
mire dentro de mi cuerpo hueco
y vi mi sangre mansa entre requiebros.
Pero cuando creí que podría atraparla
y entre las yemas de mis dedos,
tan cerca que se olía y saboreaba,
que escuche sus latidos y su imagen clara,
se desvaneció cual espejismo
como ilusión imposible y vana,
se evaporó como rocío mañanero
o como la propia vida que se escapa.
Y desperté sudoroso y sin rumbo
con un vacío tan hondo e insalvable,
por que solo pena el que tuvo y recuerda
y solo añora el que despierta y se acuerda.
mezclé lágrimas con mi pesar y mis rutinas,
me vestí de luto y me hice invisible en la masa,
a esperar a quedarme dormido ,que los sentidos me lleven,
y conformarla paradoja de ser feliz pero inconsciente.
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