jueves, 29 de mayo de 2014

Presentación del poemario "Recuerdos y coordenadas" de Custodio Tejada, por CARMEN HERNÁNDEZ MONTALBÁN

     

Recuerdos y coordenadas es una carta de navegación por los laberintos de la memoria, donde la infancia va marcando un sendero de luz reveladora. Es en la infancia cuando el alma se impregna de experiencias y emociones que determinarán la manera en que afrontamos la vida. En esas vivencias participan de igual modo, tanto las personas que nos rodean, los lugares, como las circunstancias en que se desarrollan. A lo largo de nuestra vida, especialmente en la edad madura, habremos de desandar el camino buscando los recuerdos, porque al encontrarlos, si estos son agradables, nos sentiremos acunados y confortados. Si por el contrario no lo fueran, también hallaremos la fuerza para combatir a los fantasmas y en ambos casos para comprendernos mejor como personas.
En el poema titula Introito, el poeta dice:

Es cierto que una parte de mí
se quedó intacta en aquella cueva del tesoro,
esperando que algún día,
mi alma regresara para habitarla de nuevo con agallas.

    La niñez reside en cada uno de los versos de este poemario, cada poema es un santuario que atesora los recuerdos de la infancia. El tiempo es un perito que va trazando las coordenadas, esas que la memoria recorrerá con cada lectura.
Recuerdos y coordenadas es un cordón umbilical de palabras, la raíz que alimenta la añoranza de aquellos días, que el poeta ha conseguido desempolvar.
La infancia es un eco que nunca se extingue, es un crisol de emociones donde las cosas nos parecen más grandes, singulares y luminosas, casi mágicas. Con la edad se va haciendo pequeñas, múltiples y banales. Sólo la creatividad, si es que tenemos la sabiduría de potenciarla, puede en muchos casos modificar esa percepción y hacerlas de nuevo especiales, marcando nuestra experiencia, ayudándonos a componer este complicado  puzle que es cada vida humana.
Dice Custodio:

Nuestra memoria es un rompecabezas
al que le faltan piezas
Y le sobran despedidas.


          La poesía de Custodio Tejada en este nuevo poemario nos invita a encontrar nuestras propias coordenadas, cada poema es un detonador de sinestesias que desata en el lector el nudo de la añoranza, Recuerdos y coordenadas huele a junco y alameda, sabe a melocotones y a miel de caña, tiene la luz de la nostalgia, Purullena y la vega de Guadix laten en él. Recordar sí, para después levar el ancla, pues el tiempo apremia o como dice el título de otro poema: Cronos se frota las manos.

Cronos se forta las Manos

Cuando miras atrás,
el ocaso envuelve con barniz de anticuario
las pertenecias que una caja fuerte custodia
con delicadeza de relojero.
El tiempo jamás demora la vida,
en todo caso la devora como Saturno
y luego la escupe sujeta en un sudario.
Las huellas que el destino deja sobre la piel
marcan una ruta de viaje hacia lugares
que ya no encuentras en los mapas,
que sólo existen en la memoria,
que tanto tienen de uno ahora mismo.
Crecer es tomar conciencia 
                del tiempo,
                       del cuerpo,
                                de una época.
Crecer es sentir el choque de las horas sobre tus sienes
y conservar entre las manos el impulso de los afectos
y el tacto del equipaje. 
El resto de la carga
es un espejismo que nos contaron
y que nosotros dimos por válido
sin hacer demasiadas preguntas.
Pequeñas teselas cuidadas 
que forman  un mosaico antiguo
de un dios ingenuo que vive de su pasado.

(del poemario "Recuerdos y coordenadas")


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